Detalles de la ruta
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Descripción
Antes de la irrupción de los vehículos motorizados, los desplazamientos con caballos eran la norma en casi todas las ciudades de mundo y también en Barcelona.
Los barceloneses siempre tuvieron un especial cuidado de estos animales y en muchos libros especialmente ingleses de la época se habla de esta característica de la ciudad y sus ciudadanos.
Pero lo cierto es que la convivencia de estos dos medios de transporte, igual que en todas las ciudades, acabó convirtiéndose en un problema y un verdadero caos ya que los caballos se asustaban con mucha facilidad al cruzarse con este nuevo sistema de transporte, lo que obligó a crear normas de convivencia como por ejemplo a poner a una persona andando delante del vehículo avisando del peligro.
El transporte animal se había visto afectado por multitud de normas desde 1560 con regulaciones sobre el número de caballos que podían tirar de una carruaje o la decoración de animales y carros. Poco antes, a inicios de 1559 se había visto en Barcelona el primer carruaje de transporte para personas de la mano del lugarteniente general García Toledo y su esposa.
En 1900 los caballos en la ciudad ya eran un gran problema, sobre todo por la gran suciedad que provocaban; en este año la población de Barcelona era aproximadamente de 533.000 personas y se estima un total de unos 40.000 caballos a los que había que sumar los que entraban diariamente a la ciudad con mercancías.
Teniendo en cuenta que cada caballo produce en 10 y 15 kgs de estiércol diario es fácil, calcular y poder imaginarnos el caos que representaba, y se tuvieron que crear por parte del ajuntament servicios especiales de recogida y limpieza.
Es cierto que en un principio, los payeses compraban este estiércol para abonar sus campos pero llegó a ser tanto el excedente que acabaron cobrando por llevárselo.
La importancia de este tipo tracción está reflejada en multitud de detalles en edificios de la ciudad como es el caso del Carrer Morales, 44 de les Corts, edificio que durante años fue una empresa de transporte y que anteriormente fueron unas caballerizas y como testimonio sobre la puerta podremos ver una cabeza de caballo, rodeada de una curiosa y elaborada herradura en obra vista, en perfecto estado de conservación.
Un filósofo ingles a finales del siglo XIX, ya vaticinaba que en las principales ciudades del mundo en el año 2000 no se podría ni andar por la gran cantidad de estiércol que se acumularía.