Casa Manuel Llopis

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Detalles de la ruta

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Descripción

Manuel Llopis i Bofill, conocido terrateniente y abogado, hijo de Sitges, población que le dedicó una de sus calles más céntricas, decidió hacerse un edificio en Barcelona, majestuosa, opulenta y artísticamente reconocible pero diferente dentro de la corriente modernista que parecía imponerse en el nuevo Ensanche Barcelonés por lo que guiado por Domènech i Montaner que por falta de tiempo no podía hacerse cargo del proyecto, contrató a Antoni Maria Gallissà i Soqué, elección que sin duda resultó ser todo un acierto.
A pesar de su juventud, Gallissá ya había demostrado en varía obras sus cualidades artísticas y arquitectónicas en muchas obras como la rehabilitación de la casa Sicart en calle Fontanella, posteriormente derruida para ampliar unos grandes almacenes, o la casa Casanovas de Esplugues de Llobregat, o la granja García de Vallirana, y también diseños de todo tipo, como cerámicas sillas, mobiliario, vidrieras, forja o incluso la bandera del Orfeó Català, ya que este tipo de trabajos era habitual en los arquitectos de la época.
Gallissà había nacido en el seno de una familia de clase media y un elevado nivel cultural, ingresando en la escuela de arquitectura y obteniendo la titulación de arquitecto con tan solo 23 años y con unas notas tan sobresalientes que paso a formar parte del profesorado.
De la mano de Domènech i Montaner, Elias Rogent y Maria Jujol, con los que colaboró en muchas ocasiones, perfeccionó un estilo arquitectónico coherente y depurado que solía adornar con infinidad de detalles y en muchos casos haciendo alarde de su catalanidad ya que además estaba vinculado a movimientos políticos como la Lliga y Unió Catalanista.
Manuel Llopis en 1900 le dio la posibilidad de realizar la mejor de sus obras al ofrecerle los terrenos que había comprado en la esquina de Bailen con Valencia y las obras se inciaron el 1902 y finalizaron en tan solo un año.
Hoy podemos seguir disfrutando de este singular edificio de planta y cinco pisos, totalmente simétrico, presidido por tribunas y acabados en obra vista y serigrafía siguiendo las tendencias de la época y que es sin duda es uno de los edificios más relevantes de la arquitectura modernista.
Por desgracia ya no podemos disfrutar de las maravillosas cristaleras que durante la guerra franquista fueron completamente destruidas y posteriormente sustituidas por unas extremadamente simples de igual modo que algunas partes de su fachada.
Tampoco la pudo disfrutar su arquitecto que falleció poco antes de finalizar la obra, cuando tan solo tenía ni 42 años, por problemas cardiacos que de siempre había sufrido y que seguro que el alto nivel de estrés por el trabajo no ayudo ni a eso ni a casarse ya que murió soltero y sin compromiso.