Detalles de la ruta
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Ubicación: Carrer de les Carolines, 20
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Descripción
Al fallecer la madre de Manuel Vicens, un magnífico terreno en el Carrer Sant Gervasi, calle que recibía el nombre por ser este el camino natural desde la población de Gracia a Sant Gervasi.
Manuel que provenía de una familia con diferentes empresas de cerámica, en aquel momento tenía 45 años y era un corredor de bolsa que había amasado una importante fortuna, muy introducido en círculos culturales de la ciudad, lo que le permitió conocer y entablar una gan amistad con el joven Gaudí que acababa de finalizar sus estudios de arquitectura con 33 años.
El ingenio, la imaginación, su concepto de la arquitectura y la naturaleza deslumbraron a Vicens que le pidió en 1883 que realizase una casa de veraneo en los terrenos heredados a pesar de que el arquitecto no había participado aún en ningún proyecto de esta envergadura.
Gaudí realizó vivienda familiar de aires orientales, fachada con mucho azulejo (como era de esperar), fuente central, una preciosa cúpula en la mina de agua situada en el extremo del terreno, una capilla, techos interiores con motivos de ramas de árboles, mobiliario a medida, grandes espacios abiertos y una sala de fumadores con un techo en azul y paredes trabajadas en papel couché, toda una novedad en la época ya que nunca se había utilizado en arquitectura, por otro lado la construcción respiraba ya un aire modernista que acabaría imponiéndose en toda la obra de Gaudí.
Recordar que, durante el periodo de construcción del edificio, llevó acabo también la reforma de la cooperativa Mataronense, donde conoció a Pepita Moreu de la cual se enamoró apasionadamente, siendo a la única mujer conocida a la que Gaudí pidió matrimonio.
Pepita rechazo a Gaudí que acabó casándose con un galán oportunista y Gaudí sufrió una gran decepción que arrastró toda su vida con este desamor.
Ante esta circunstancia Manuel Vicens le dejaba largas temporadas su casa de Alella, para que olvidarse a Pepita, cosa nunca sucedió.
En 1925, después de la muerte accidental en la mina de agua, de la niña de pocos meses de edad, Ramona Domènech, la viuda de Vicens vende la casa al doctor Antonio Jover i Puig que optó por dividir su interior para hacer tres pisos de viviendas que a lo largo de los años albergó diferentes inquilinos, los terrenos donde se encontraba la mina de agua, que por otro lado todo el mundo aseguraba que era medicinal, motivo por lo que se le llamaba, mina de Santa Rita, fue vendida y derruida, construyéndose al poco tiempo un patético bloque de viviendas.
Pero en 1969 se declara el conjunto como Monumento Histórico-Artístico y en 1993, “bien cultural de interés nacional”, ya en el 2005 la UNESCO declara la obra como Patrimonio de la humanidad y fue cuando los Jover proceden a su venta a una entidad Bancaria Andorrana que opta por restaurarla en profundidad abriéndola al público en 2017.
Si interesa la obra de Gaudí es totalmente recomendable visitarla, si bien hay que tener presente que ahora la calle es el Carrer de las Carolinas, nombre que adopta en honor a las Islas Españolas perdidas, y tal como aseguraba el gran historiador y periodista Permanyer, este hecho hizo que en aquella época se impusiera el dicho de, “ hemos perdido las Carolinas, Gibraltar y solo nos falta también perder el tren de Sarria”.