Detalles de la ruta
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Descripción
Can Batlló a pesar de su efímera y tortuosa historia (1803-1866) provocó un cambio urbanístico en sus alrededores y es que gran parte de sus 2.500 trabajadores (de media) optaron por trasladarse cerca de la empresa.
Por situarnos; Can Batlló se encontraba en la población de les Corts (les Corts se anexionó a Barcelona en 1897) ya que pagaba muchos menos impuestos que la cercana Barcelona y por todos estos motivos también se instaló cerca de esta fábrica un mercado al que se le dio el nombre de aquel emergente barrio “El porvenir”.
Lo cierto es que se trataba de una explanada sin practicante ninguna estructura donde se ponían a diario los vendedores y fue en 1890 cuando el Gobernador ordeno el traslado al emplazamiento actual, siendo ya en 1930 cuando el Ajuntament inauguró el edificio definitivo obra de Folguera i Vilaseca.
Desde casi el principio la gente lo rebautizó con el mercat del “Ninot” y la república en 1931 dio este nombre como “oficial”.
La hija de un tabernero fue a la Barceloneta a visitar a su novio y pasando por el actual “moll del regotje” vio como estaban descuartizado y quemando un antiguo bergantin, en el que el mascarón de proa lucía una estatua en madera que representaba un niño con un sobrero en una mano y un título de alumno náutico en la otra, la chica lo salvó del fuego y se lo llevó a la taberna, donde fue colgado en la puerta.
La taberna que ya era conocida por ofrecer bebidas más económicas por encontrarse libre de impuestos de entrada a Barcelona ya que el “burot” de control y cobro se encontraba a unos metros del local; local que estaba situado en el Carrer Valencia, 107 (antes era número 9) se hizo todavía más popular con la incorporación del famoso “ninot”, al punto de que fue después trasladado a la puerta del mercado.
Ni que decir que lo que podemos ver hoy en día es una reproducción ya que el original está expuesto y custodiado en el Museo Marítim de la Ciutat.