El Sant Jordi de Montjuïc

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Detalles de la ruta

  • Ubicación: Plaça Sant Jordi

  • Vistas: 750

Descripción

El éxito de la exposición de 1888, hizo que Barcelona se consolidase, como años después se denominó ciudad de Ferias y Congresos y estos certámenes también sirvieron para urbanizar la ciudad.

Tal fue el caso de la exposición de 1929, que generó la remodelación de la montaña de Montjuïc desde la plaza España y paralelo.

Montjuïc, por su altura, cercanía a la ciudad y vistas tanto al delta de Llobregat como al mar, se había convertido ya desde épocas medievales en una zona muy militarizada y esta imagen tenía que cambiar con la exposición, al menos en parte.

En la plaza del Polvorín, por ejemplo, se instaló las fuentes de Ceres y se le encargó al gran escultor Llimona una estatua representativa de la ciudad y este optó por un Sant Jordi, patrono de la ciudad.

La ciudad ya está plagada de Sant Jordis, en edificios, en plazas, en el mismo ayuntamiento, pero este sin duda es muy singular, no hay ningún dragón, Sant Jordi está desnudo, aunque se le tapó las partes “íntimas” con una especie de faldilla de malla y lleva una espada en la mano.

Todo el conjunto da la apariencia de relajación como si se tratase de momentos después de haber finalizado la batalla con el dragón y todo el conjunto en un estilo armonioso y extremadamente elegante.

El molde ya se había preparado en el año 1919, pero su fundición y acabado se finalizó pocos años antes de la exposición, aunque también es cierto que se había seguido el mismo patrón que ya utilizó para la estatua de Ramón Berenguer en Vía Laietana, pero ahora con una cola del caballo, corta y no tan exageradamente larga como en la anterior.

La estatua situada en uno extremos de la plaza y sobre un gran mirador, acabó dando nombre a la plaza, Plaça Sant Jordi, sustituyendo al nombre anterior, Plaza del Polvorín.

Se desconoce la procedencia del nombre Polvorín, pero teniendo en cuenta que frente a él hay el polvorín, que da nombre al barrio, o bien que donde se encontraba la famosa atracción del “tren fantasma” en el desparecido parque de atracciones, estaba una de las entradas a otro polvorín, todos ellos entrelazados por tunes subterráneos que hoy en día aún no se han podido localizar en su totalidad y que servían de puntos de almacenamiento y servicio a la batería de defensa de costa de “Álvarez Castro”, hace pensar que también en esta Plaza Sant Jordi se encontraba otro almacén de municiones con su correspondiente conexión a los túneles.

Pasado muchos años esta plaza de convirtió en punto de reunión para manifestaciones nazis.