Detalles de la ruta
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Descripción
Tomás Santos de Lamadrid, era hijo de un indiano de origen Cántabro que junto con su madre nacida en Sitges habían viajado a Cuba con varios familiares y que hicieron una inmensa fortuna con la caña de azúcar y el trapicheo, llegando a ser alcaldes de diferentes poblaciones donde tenían inmensas propiedades como era el caso de Sagua La Grande, localidad donde nació Tomás Santos.
Heredero de la inmensa fortuna familiar decidió trasladarse a Barcelona, ciudad donde habían vivido sus familiares y donde entre diferentes propiedades compró unos terrenos entre lo que hoy es Diagonal, Muntaner, Travesera y Aribau y decidió contratar a gran arquitecto Sagnier para que le hiciera un palacete.
Para hacernos una idea, de la solitud de la zona en aquel momento, la casa que construyó Sagnier, disponía en su parte trasera de un pequeño bosque.
El resultado fue un edificio sobrio pero espectacular de estilo neogótico y con trazos del modernismo incipiente que ya en 1900, fecha del encargo, se imponía en toda la ciudad.
La casa de dos plantas y diseñada en un conjunto asimétrico de almenas estaba presidida por una torre piramidal, su interior era de una riqueza ornamental majestuosa y sus escaleras decoradas en sus pasamanos y barandillas con girasoles forjados.
Tal era la belleza del edificio que una guía francesa de la época aconsejaba su visita ya que se trataba de “un edificio a la vez palacio y castillo y que su propietario era el opulento capitalista Tomás Santo de Lamadrid”.
Lo cierto es que su propietario vivió intermitentemente en esta casa ya que como nunca trabajó, se dedicó a realizar largos viajes en barco que podían durar años.
Sus familiares decidieron derribar la casa en los años 30 y encargar al arquitecto A. Gutiérrez un edificio de viviendas, tópico y típico de la Diagonal, construido y acabado a trompicones como consecuencia de la guerra civil, presidido por unas larguísimas columnas empotradas en su fachada y una serie de relieves en su parte superior que hacen alusión a motivos musicales, greco/romanos y que nada tiene que ver con la belleza del palacete.
Eso sí, el arquitecto tuvo el detalle de conservar y colocar la puerta original del palacete como acceso principal al nuevo edificio, puerta que hoy podemos seguir contemplando.