La fábrica de los Bonaplata

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Detalles de la ruta

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Descripción

Agosto de 1835 marcó el inicio y las nuevas formas de reivindicaciones laborales en este país.
En una España inmersa en otra de las guerras Carlinas, con una reina, Isabel II al frente de un
gobierno liberal se inicia en Barcelona una nueva “bullanga” con incendios y quema de
conventos.
La “bullangues” eran tumultos de protesta ciudadana que solían acabar con incendios y con
intervenciones militares que ocasionaban muertos en todos los bandos; de “bullangues”,
durante la historia se contabilizaron 9 en la ciudad Condal.
En esta ocasión y para poner fin a esta protesta ciudadana llega a la estación de Sants el
General Bassa al frente de un batallón de soldados que nada más llegar se dirigen al “Pla de
Palau” donde se encuentra el centro de la revuelta, sube al balcón del palacio real (ya no existe
el edificio) y dirigiéndose a los manifestantes proclama un “o Barcelona, o yo” y efectivamente
le pegan dos tiros y lo tiran por el balcón.
La protesta pasa entonces a concentrase en la Barceloneta donde los manifestantes con un niño con un
tambor al frente se dirigen a lo que sería hoy la plaça Castilla y después de un tiroteo con un
grupo de trabajadores encerrados en la fábrica “Bonaplata” incendian todas las instalaciones y
reducen a cenizas el edificio.
Se trataba de la primera fábrica textil que funcionaba a vapor en toda España, con maquinaría
importada del Reino Unido inaugurada en 1833 y que ocupaba a casi 700 trabajadores,
hablamos de que Barcelona tenía una población que a duras penas llegaba a los 150.000
habitantes y que trabajadores y la gente en general veía en este modelo empresarial un
peligro latente para la continuidad de sus puestos de trabajo que entendían que serían sustituidos por
máquinas.
La Familia Bonaplata (era su nombre real) desde hacía años habían tenido empresas de
estampación y siempre habían mostrado gran interés por la automatización de los procesos,
con fábricas en la zona de Sallent, después de asociarse con diferentes empresarios
algodoneros y realizar viajes a Gran Bretaña, solicitaron al gobierno español autorización y
liberación de aranceles para la importación de maquinaria, petición que no solo fue aprobada
sino que vino acompañada por una cesión de terrenos en la actual plaça Castilla, zona situada
en la afueras de la ciudad y que estaba experimentado un gran auge industrial, terrenos que
por otro lado eran colindantes a un gran cuartel militar que por cierto también fue incendiado.