La nueva organización urbanística que desarrolló Ildefons Cerdà  en 1859 contó con algunas pequeñas lagunas pendientes de urbanizar, en algunos casos se acabaron llevando a cabo y en otros después de un siglo y medio siguen pendientes de definir como es el caso de la Plaça de les Glories Catalanas.

Cerdà, consciente de que la ubicación del Ayuntamiento y organismos públicos se verían desbordados por el crecimiento de la ciudad y de su población, diseñó en esta plaza lo que sería el centro administrativo de la ciudad.

Una plaza de grandes dimensiones en los cruces de las principales avenidas,  de forma rectangular ligeramente ladeada y con importantes extensiones de zonas verdes.

Bien, la zona sigue hoy en día siendo un caos urbanístico sin una solución definitiva por parte del consistorio