Detalles de la ruta
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Descripción
Aunque parezca mentira, no todo en Barcelona es Modernismo y una buena muestra es el “ Palau de les Heures”, de un estilo eclecticista que aúna diferentes estilos arquitectónicos dando prioridad al barroco y renacentista francés, obra del arquitecto August Font entre 1894 y 1895.
Josep Gallart nacido en la Bisbal d‘Empordà era un indiano que había hecho una gran fortuna en Puerto Rico y que quería construir un palacio como segunda residencia, por lo que compró la masía y los terrenos de Can Durán por 21000 duros, derribándola y haciendo construir este monumental edificio que le costó 169.000 duros, si bien una buena parte del presupuesto fue a parar a la jardinería del recinto, jardinería que cuando llega la primavera, es todo un espectáculo, gracias a magnolias, palmeras, naranjos y toda una gran variedad de árboles y plantas.
Unas grandes escalinatas dan acceso al edificio de 80 metros de fachada que por sus cuatro torres cilíndricas nos recordará los castillos franceses; tres plantas y un semisótano, con una gran entrada y un infinito comedor con sala de juegos contigua, ya en el segundo piso se encontraban diferentes estancias que servían para reuniones y despacho y en la tercera se encuentran aseos y habitaciones casi todas ellas con vistas a los jardine. De vuelta en el exterior y ya en la fachada encontremos una impresionante terracota, obra de Josep Campeny que es una alegoría a “Les heures” (las hiedras)
Lo cierto es que J.Gallart murió dos meses después de finalizar la construcción, por lo que pasó a manos de su hijo.
Llegada la guerra civil y ante los constantes bombardeos de la ciudad, el palacete fue incautado por la Generalitat que trasladó allí sus oficinas y la residencia del President Companys, y durante mucho tiempo se estudió la posibilidad que también lo fuese del presiente de la República Manuel Azaña si bien al final se optó por Can Barata, finca situada cerca de Sabadell.
J Gallart,(hijo) era ingeniero y directivo de la firma Hispano Suiza de la que su padre fue uno de los fundadores, pero era también un firme seguidor de Franco, por lo que se exilió en París y posteriormente en Italia, desde allí y según confesó posteriormente, mandó diferentes escritos al ejército Franquista con plano y fotos de este Palacete, solicitando que lo bombardeasen, cosa que no ocurrió y sin haber pasado 24 horas después de finalizada la contienda volvió a Barcelona recuperando todas las propiedades.
El palacio sufrió en los últimos años un abandono total por parte de la familia, que optó por venderlo en 1948 a Jaume Rius, que empieza a urbanizar el recinto y a vender algunas parcelas.
La Diputación procedió a comprar en 1957 para derruirlo y hacer un nuevo edificio, pero una vez más las protestas vecinales salvaron el edificio que es hoy un centro importante de formación