Los algodoneros no eran de Vilapicina

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Detalles de la ruta

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Descripción

El President Marcía manifestaba que la “caseta i l’hortet” era la construcción idónea para las familias y tradicionalmente ha sido el más deseado por la mayoría de Barceloneses .

Desde finales de 1800 a los inicios de 1900 este tipo de construcciones se prodigó en pasajes y en zonas alejadas del centro como es el caso de las casas del Passatge de l’Esperança.

Se trata de un conjunto de casas de una sola planta construidas en 1928 y que siguen en pie como un remanso de paz en medio de  grandes edificios y colapsos circulatorios y donde los niños siguen en la calle sin el menor peligro aunque de las 30 casas solo quedan 16.

El nombre de Esperança viene de que era la patrona de los estibadores del Algodón y es que en 1925 se crea la “cooperativa de cargadores y descargadores de Algodón” del puerto de Barcelona,  y estos en 1926 compran estos terrenos de Santa Eulalia de Vilapicina y en concreto parte de una gran extensión de terreno de cultivo entre las Masias de Can Garrigó y Can Sitjá,  pertenecientes a varios propietarios entre los que se encontraba la baronesa de Maldá.

Las casas son de construcción sencilla pero con detalles de gran belleza como los motivos florales de las fachadas esgrafiadas, ventanas o puertas por lo que el Ajuntament acabó declarandolas como patrimonio histórico de la ciudad.

Sus habitantes demostraron un gran dinamismo creando una cooperativa de consumo para lo que compraron un edificio contiguo en la calle La Jota donde además montaron un bar, sala de actos y centro cultural, también siguieron participando de las actividades del centro de la ciudad y de la Barceloneta como por ejemplo en las fiestas del Corpus Cristi o como encargados de los gigantes y cabezudos de la ciudad y todo ello a pesar que para ir a trabajar iban cada día andando al puerto para lo cual invertían un promedio de 4 horas.