Detalles de la ruta
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Descripción
La verbena de Sant Joan se celebra en la ciudad desde 1430 aprox aunque en aquel momento consistía en una especie de cabalgata que realizaban los consellers alrededor de la ciudad amurallada, con músicos y a la que cada año se le fueron incorporando nuevas actividades, como disparos de salvas desde los cañones cuando pasaban por los baluartes y posteriormente también desde los barcos, aunque la última cabalgata se celebró en 1713, antes de la entrada de los borbones.
Un registro de la catedral nos indica que la noche de Sant Joan de 1606 la catedral sufrió un pequeño incendio consecuencia de los fuegos de artificio que tiraban los niñ@s y que ellos mismos se construían y es que en aquellos años ya se había hecho tradición celebrar esta noche con petardos y con hogueras y que algunas de sus cenizas eran tiradas a los pozos para purificar el agua, mientras se decía “San Juan Bautista, apóstol y evangelista, por la virtud que Dios os ha dado, guarde el agua del pozo, de brujas y de mal dado” también es una noche idónea para recoger hierbas como albahaca, tomillo, ruda, romero, hinojo o la hierba de San Juan, que llevaban buena suerte y curaban desde verrugas hasta mal de ojo. Decía un viejo refrán que «las hierbas de San Juan tienen virtud para todo el año”.
Las hogueras han sufrido desde siempre persecución y prohibiciones por parte de las autoridades, y en 1820 aparecen los primeros bandos prohibiéndose, hecho que se ha repetido durante toda la historia y que evidentemente la población se ha saltado como ha podido, menos en los tiempos modernos que parece que todos los barceloneses están más domesticados.
Era costumbre lavarse la cabeza en la fuente de Sant Joan en la desaparecida calle de la Avellana, para evitar los dolores de cabeza durante todo el año y esta costumbre ha acabado transformándose en un baño en la playa “para tener salud todo el año” costumbre que se mantiene actualmente, aunque nadie lo hace por evitar ningún dolor.
A mediados del siglo XIX las calles se llenaban de vendedores que a gritos ofrecían agua fresca y vendían pequeños juguetes, silbatos y tambores, muy especialmente en lo que hoy sería el principio del Passeig de Sant Joan (que hay quien asegura que su nombre le viene de esta festividad) donde se reunía la gente para acabar desplazándose al desaparecido Passeig de la Explanada junto a la ciudadela, donde cenaban y bailaban con los músicos que allí se ponían.
Otros optaban por desplazase a Montjuïc a la Font Trobada, donde también cenaban y bailaban.
En 1955 el presidente del centro excursionista de Arlés, Francisco Subida, hizo una gran hoguera en la cima del Canigó y empezó a repartir la llama, hecho que se hizo muy popular y que poco a poco cogió una gran dimensión en toda Catalunya y sur de Francia, en Barcelona llegó por primera vez de la mano de una chica rosellonesa al ajuntament en 1967, entrando en la ciudad por el Guinardó donde hay una cerámica que explica el acontecimiento y acto que se repite cada año.
Y uno de los actos más espectaculares, también durante casi todo el siglo XIX, era cuando la orden de los caballeros Hospitalarios conocida también como orden de Sant Joan celebraban una gran misa en la antigua iglesia de Sant Joan de Jerusalén que se encontraba en la Vía Laietana y que a la apertura de esta calle fue totalmente derruida, aunque su facha y puerta fueron trasladadas a la parte trasera de la iglesia de Santa Madrona, donde la podemos ver y admirar.