Detalles de la ruta
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Ubicación: Carrer Montserrat, 49
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Descripción
Gracia pasó en poco tiempo de ser una población rural a eminentemente industrial y con talleres de todo tipo.
Buena prueba de ello fue la masía Can Pardal, que decidió urbanizar sus tierras y construir un inmenso edificio que podemos ver hoy en día y que llama especialmente la atención por el gran y curioso torreón que preside el centro de la construcción.
Esta masía que a pesar de ser eminentemente agrícola también vivió durante más de 30 años un suizo Albert Billeter, acreditado relojero, inventor de relojes tan peculiares como el que se encuentra en el palacio del congreso de Madrid y que aún hoy funciona, entre muchos.
En la esquina del nuevo edificio que ocupaba la antigua masía, se instaló un farmacéutico de Palafrugell, que llegaba de Tarragona donde ya había trabajado en una farmacia nada más acabar sus estudios.
Tres años después de la inauguración de la Farmacia y ya en 1906 con tan solo 31 años inventa, registra como medicamento y pone a la venta unas pequeñas pastillas hechas básicamente con regaliz, mentol, aceites esenciales y eucalipto, les da forma de rombo y las bautiza con su apellido Juanola.
Rápidamente corre la voz sobre sus beneficios como pastillas balsámicas, antiinflamatorias, protectoras y depurativas entre muchos y sus ventas se disparan.
Si bien la guerra civil, paralizó durante unos meses su producción, nunca dejó de comercializarse y su hijo Manuel Juanola, abre los laboratorios Juanola, dedicados únicamente a la producción de estas peculiares pastillas.
Pasan a comercializarse en multitud de farmacias de todo el estado, se crean redes de distribución, con los años se incrementa los puntos de venta incorporando tiendas de alimentación, gasolineras, estancos y todo tipo de negocios y sus ventas pasaron a ser de las 100.000 en 1907 a los 11 millones de cajas en el 2005.
Como no… en 1998 compra la empresa el grupo farmacéutico italiano Lepori que por la importancia del negocio se ve obligado abrir unas oficinas en Barcelona.
De la farmacia que ya cerró en los años 40 cuando su hijo decide abrir el nuevo laboratorio Juanola en la calle Marti del mismo barrio, poco queda, ni las magníficas puestas en madera tallada del más puro estilo modernista, ni las cristaleras, ni los faroles que la iluminaban, apenas unas figuras esculpidas en la esquina donde estaba situada.