Pobre Rosario

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Detalles de la ruta

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Descripción

Maria Regordosa subió a su coche y le dijo a su chofer “anem a fer el merda al Passeig de Gràcia” y es que esta calle que era el antiguo camino que llevaba al pueblo de Gracia se había convertido en el lugar predilecto de la alta sociedad para vivir y pasear.

Con una calzada de grava y tierra en 1907 se invitó al Rey Alfonso XIII a visitar este Paseo para lo cual se organizó una gran recepción con Arco del Triunfo en piedra/cartón incluido.

Fue cuando el citado Rey dijo “Madrid es bello, pero Barcelona posee dos cosas que siempre envidiará noblemente la capital: el paseo de Gràcia y el Tibidabo”

A esta recepción evidentemente acudieron la flor y nata de la alta sociedad catalana y entre ellos se encontraban Pere Milà (conocido como Perico) y Rosario Segimon que habían contraído matrimonio don años antes en 1905 y que después compraron un chalet y un jardín de 1835 m2 en este mismo Paseo esquina con Carrer Provença en el que el arquitecto Antoni Gaudí les estaba haciendo un inmenso edificio donde irían a vivir.

Pere Milà después de ver la obra realizada en la casa de los Batlló había conseguido contratar a su arquitecto, Antoni Gaudí  si bien  Rosario no llegó a aprobar nunca esta contratación a pesar de conocerlo desde la infancia.

Rosario había nacido en Reus en el seno de una familia acomodada dedicada a la construcción de carreteras por toda España y la familia de Gaudí que residían en la población vecina los visitaban con frecuencia para recoger la ropa que ya no necesitasen.

Rosario era una mujer bella de piel fina que siendo muy joven se casó con el indiano de 60 años Josep Guardiola i Grau.

Josep que había nacido en una población cercana a Reus emigró de joven a Guatemala donde amasó una inmensa fortuna con plantaciones de café en la hacienda llamada “el Chocolá”.

A su vuelta, su hija mulata Lola Guardiola hizo amistad con Rosario que acabó presentándosela a su padre y al poco tiempo se casaron a pesar de la gran diferencia de edad.

Su vida transcurría entre Barcelona y París donde un día Josep mientras se calzaba unos zapatos sufrió un infarto y falleció pasando a ser Rosario la heredera de aquella inmensa fortuna.

Para aliviar el inmenso dolor marchó a pasar unos días de descanso al balneario de Vichy donde conoció a Milà.

Milà era conocido por ser miembro de una distinguida familia del textil Barcelonesa, pero sobre todo por su fama de vividor y ligón y como no, rápidamente intentó cortejar a Rosario, si bien esta no mostró en principio ningún interés.

Pero un día y ya como último recurso este le envió dos rosas, una roja y otra blanca con una nota en la que le decía que si salía a pasear con la rosa roja en el ojal del vestido esto significaría que  lo aceptaba y sorpresa, salió con la rosa roja.

Se casaron y se fueron a vivir a la casa que había heredado Rosario y donde había vivido con su anterior marido en el Passatje de la Concepció 4, en una casa donde figuraban en la fachada dos grandes letras JG, muy cerca de la Pedrera.

A Pere no le satisfacía en absoluto vivir en esta casa por lo que mientras se hacían la obras de  su nueva casa “la Pedrera” ,optaron por marchar a vivir temporalmente a la Ramblas dels Estudis.

Los Milà hablaban en Castellano no solo por ser el idioma que utilizaban las clases acomodadas en la época sino también porque  Pere era además un político alineado con los ideales de Primo de Ribera, contrario a los movimientos Catalanistas a la democracia y a las autonomías.

Además de la política sus otras dedicaciones eran el periodismo, escribir libros y la plaza de toros La Monumental de la que era el promotor, pero en ninguno de estos campos tuvo ninguna fortuna e incluso la plaza de toros le costó casi la fortuna heredada a Rosario.

Rosario pronto se percató que no había tenido suerte en este segundo matrimonio y hacía constantes referencias a su anterior marido al que sin duda añoraba.

Este mientras tanto mantenía relaciones con diferentes queridas de las que no solo no se escondía sino que además acostumbraba a invitarlas al palco familiar del Liceo con los consabidos comentarios de la gente que compadecían a la pobre Doña Rosario.

Milà falleció en 1940, y a su muerte se efectuó un inventario sobre toda las obras de arte que había hecho comprar a Rosario durante años como una gran inversión y la gran sorpresa fue que las obras no valían ni mucho menos lo que este le había dicho a su mujer.

Rosario falleció en 1964 en su piso de la Pedrera edificio que tuvo que vender igual que todos sus bienes, pero que no obstante había conseguido que la dejaran vivir en él y se la recuerda por sus largas tardes sentada  en el balcón acompañada de sus dos guacamayos.

Sea como sea, Milà acabó dando nombre al edificio hecho con la herencia de Rosario que había recibido de Josep Guardiola y su Chocolá.