Detalles de la ruta
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Descripción
A pesar de ser actualmente una atracción más para los turistas que para los propios Barceloneses, el mal llamado teleférico del puerto de Barcelona (en realidad se trata de cabinas colgadas) forma parte del paisaje más entrañable de la ciudad.
Carles Boïgas, lo diseñó para la gran exposición de 1929 y para ello contó con la ayuda de la compañía alemana Bleichert & Co, de Leipzig que en 1930 también construyó el Aeri de Montserrat (son de estructura similar).
El proyecto pretendía unir Montjuïc, donde se celebraba la mayor parte de la exposición, con el puerto de la ciudad donde se presentaban las novedades marítimas, y para ello se construyó este sistema de cabinas colgantes con un recorrido de 1292 metros y una duración de unos 10 min., a una altura máxima sobre el mar de 115, con tres torres que hacen de soporte y guía, Miramar, Jaume I y Sant Sebastià en la Barceloneta, todas ellas con diferentes alturas.
Pero lo cierto es que por falta de presupuesto no se puedo inaugurar hasta 1931.
Llegada la guerra civil, las estructuras fueron utilizadas como nido de metralletas para repeler los continuos ataques aéreos de las tropas franquistas, uniéndose este enclave al del Carmelo.
Por consiguiente, la actividad lúdica fue completamente suspendida igual que el restaurante de cocina Mediterránea que se había instalado en la torre de Sant Sebastià, todos los cables y las curiosas cabinas rojas, octogonales y acristaladas fueron retiradas.
Pasada la contienda se volvió a dar servicio con los mismos medios y en los 50 estuvo a punto de cerrar por falta de público por lo que se hizo cargo en 1958 la Sociedad de Teleféricos de Barcelona, que en 1963 aprovechando un accidente opta por actualizar las instalaciones y en 1998 se vuelve a realizar una nueva reforma con la excusa de que en la torre de Sant Sebastía se quería construir un casino, casino que nunca llegó a funcionar.
Las vistas de la ciudad son del todo impresionantes y con la peculiaridad de que efectuamos la visión desde el mar, pero también es cierto que causa cierto respeto, probablemente por los diferentes acontecimientos sufridos, bien sea cuando en 1950 un helicóptero de la flota américa, se estrelló contra sus cables provocando la muerte de su tripulación, o por las diferentes ocasiones que sus ocupantes han tenido que ser rescatados por los bomberos al estropearse la maquinaria o por las dos cabinas caídas al mar por el fuerte viento en 1990 y menos mal que estaban vacías.
Aunque también el teleférico ha servido para realizar reivindicaciones como cuando en 1933 se colgó una bandera estelada o cuando en los 80, un padre de familia que había perdido su empleo se colgó durante varias horas.